Hablar del trabajo infantil en la industria del chocolate y en la
extracción de oro es hablar de injusticia, de esclavitud, de pobreza, de
riesgos a la salud, de violación a los derechos humanos. Se estima que cerca de
un millón de niños en todo el mundo trabaja en pequeñas minas, donde
diariamente descienden hasta las entrañas de la tierra para arrastrarse por túneles
improvisados, angostos, impracticables y escasamente iluminados en los que el
aire está lleno de polvo. Se arriesgan constantemente a sufrir accidentes
mortales debido a la caída de rocas, explosiones, y muchas otras adversidades.
La situación de los niños en la industria del chocolate no es muy
diferente, llegan a temprana edad e inmediatamente son sometidos largas
jornadas laborales que se inicia al amanecer y acaba al anochecer. Los niños
suben a los cacaoteros a cortar las vainas con un machete. Estos pesados
machetes son afilados y peligrosos. Una vez que las vainas han sido cosechadas,
los niños las recogen en grandes sacos y las llevan o arrastran en medio del
bosque.
Amigos debemos saber que estos niños trabajan diariamente para poder
alimentarse, para apoyar a sus hermanos menores, ... para poder sobrevivir. Es así
que nosotros no solo debemos estar agradecidos por poder haber nacido en una
familia que tal vez aun con todas sus limitaciones han podido brindarnos salud,
alimentación, educación, amor. Si no también luchar por los derechos de estos
niños menos favorecidos, luchar por que tenga una mejor calidad de vida, por
que tengan educación, porque tengan alguna esperanza de superación.