martes, 23 de junio de 2015

Hablar del trabajo infantil en la industria del chocolate y en la extracción de oro es hablar de injusticia, de esclavitud, de pobreza, de riesgos a la salud, de violación a los derechos humanos. Se estima que cerca de un millón de niños en todo el mundo trabaja en pequeñas minas, donde diariamente descienden hasta las entrañas de la tierra para arrastrarse por túneles improvisados, angostos, impracticables y escasamente iluminados en los que el aire está lleno de polvo. Se arriesgan constantemente a sufrir accidentes mortales debido a la caída de rocas, explosiones, y muchas otras adversidades.


La situación de los niños en la industria del chocolate no es muy diferente, llegan a temprana edad e inmediatamente son sometidos largas jornadas laborales que se inicia al amanecer y acaba al anochecer. Los niños suben a los cacaoteros a cortar las vainas con un machete. Estos pesados machetes son afilados y peligrosos. Una vez que las vainas han sido cosechadas, los niños las recogen en grandes sacos y las llevan o arrastran en medio del bosque.


Amigos debemos saber que estos niños trabajan diariamente para poder alimentarse, para apoyar a sus hermanos menores, ... para poder sobrevivir. Es así que nosotros no solo debemos estar agradecidos por poder haber nacido en una familia que tal vez aun con todas sus limitaciones han podido brindarnos salud, alimentación, educación, amor. Si no también luchar por los derechos de estos niños menos favorecidos, luchar por que tenga una mejor calidad de vida, por que tengan educación, porque tengan alguna esperanza de superación.